La cuestión del alcance de la expiación se reduce simplemente a la pregunta: ¿por quién hizo Cristo la expiación? Una forma más sencilla sería: ¿por quién murió Cristo? Podría parecer que la Biblia da una respuesta inequívoca en el sentido de que Cristo murió por toda la humanidad. Porque leemos: «Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el SEÑOR hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Is. 53:6). Sería fácil argumentar que el significado de «todos» en la última cláusula es tan extensa como la de los que se han descarriado y que han tomado su propio camino. Si es así, la conclusión sería que el Señor cargó sobre su Hijo la iniquidad de todos los seres humanos, y que fue hecho ofrenda por los pecados de todos. Otra vez leemos: «Sin embargo, vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior a los ángeles, coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos» (Heb. 2:9). Se podría decir que Juan resuelve la cuestión sin dejar dudas cuando dice: «Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo» (1 Jn. 2:2).
Expiación Particular
- 16 Junio 2020 |
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